El Jardín de las Delicias: La Obsesión de Dalí

 

Muchos os preguntaréis cómo es posible que un señor que vivió durante el Siglo XX pueda haber sido influenciado tanto por un cuadro que se pinto nada más y nada menos que en 1500… ¡UNOS 400 AÑOS ANTES!

Pues bien, nosotros os lo explicamos… Dalí es el artista universal más conocido de todo el movimiento surrealista. Una corriente de pintores que realizaban sus cuadros basándose en los sueños que tenían.

Y de todas las obras que existen en el mundo, os podemos asegurar que la que más evoca a un sueño con figuras imposibles, escenas irreales y simbolismo a tutiplén, no es otra que El Jardín de las Delicias de Jerónimo El Bosco.

Una composición que ha influido en todos los maestros de la pintura a lo largo de los siglos pero que sin duda, supuso para Dalí, su mayor campo de inspiración para sus posteriores cuadros y uso de técnicas para darles forma.

 

Y es que si os fijáis bien en la primera de las tres tablas que componen este tríptico, la del Jardín del Edén, justo a orillas del lago que conforma La Fuente de la Vida hay una roca bastante particular.

Una roca en la que están posadas una serie de criaturas extrañas que, debido a su posición, conforman un rostro de forma humana. Bastante feo, sí, pero rostro al fin y al cabo.

Este recurso es algo que Dalí utilizará mucho en sus cuadros más famosos, usando varias figuras distintas para componer una tercera, creando una nueva realidad antropomorfa y anafórmica (es decir, una nueva figura que tiene forma de rostro/persona pero lo hace con una apariencia estirada y deformada).

Lo podéis observar en estos tres cuadros de Dalí: El Gran Masturbador, La Persistencia de la Memoria y El Hombre Invisible.


El Jardín de las Delicias de El Bosco es una de las muchas pinturas que forman parte de la aventura de humor y de misterio: El Clan de la Lupa – El Robo de Velázquez. ¡No te quedes sin tu libro y ayuda a que se resuelva con éxito el caso de la desaparición de Las Meninas en el Museo del Prado!